sábado, 22 de octubre de 2011

Tema 6. Resumen Los siete Saberes necesarios para la Educación del Futuro.

LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO.

I.                  Las Cegueras del Conocimiento: El Error y la Ilusión
Conocimiento: riesgo del error y de la ilusión; que la educación del futuro debe afrontar.
El error y la ilusión es nuestro talón de Aquiles, el desarrollo del conocimiento científico es un medio poderoso de detección de errores y de la lucha contra las ilusiones.
La educación se dedica a identificar los orígenes de errores, ilusiones y cegueras.
El cerebro no distingue la alucinación de la percepción.
La memoria está sujeta a los errores e ilusiones.
Nuestras  ideas protegen los errores e ilusiones.
La racionalidad es mejor pretil contra el error y la ilusión.
La verdadera racionalidad dialoga con una realidad y debe reconocer el lado de los sentimientos.
La educación cuenta que el juego de la verdad y del error se juega a fondo en los paradigmas.
El  imprinting cultural inscribe a fondo el conformismo. Este marca a los humanos desde su nacimiento: familia-escuela-universidad.
Las creencias y las ideas no sólo son productos de la mente, también son seres mentales que tienen vida y poder.
La noósfera está en nuestra mente y alma, en nosotros; y nosotros en ella.
Lo nuevo nace inesperadamente; no sabemos como aparecerá, pero debemos contar con lo inesperado.
El conocimiento del conocimiento aparece ante la educación como un principio y una necesidad permanente.
Es un problema clave, instaurar la convivencia con nuestras ideas así como con nuestros mitos.

II.               Los Principios de un Conocimiento Pertinente.

En este capítulo, el autor nos explica que para que la educación tenga éxito (pertinente), se debe organizar, primero, el objeto que vamos a conocer, teniendo muy en cuenta:

       El contexto: Para que los conocimientos tengan sentido.
       Lo global: Los datos forman un todo, y ambos sirven para conocer. Si aprendemos por disciplinas no vemos lo global ni lo esencial.
       Lo multidimensional: El todo no puede dividirse porque se pierde información.
       Lo complejo: Cuando las partes de un todo son indivisibles, aparece la complejidad.

Por tanto, la educación del futuro debe buscar "una inteligencia general", que aglutine estos cuatro conceptos, para resolver problemas usando el conocimiento de una manera multidimensional, tomando en cuenta la complejidad, el contexto y con una percepción global; y olvidar "una inteligencia parcelada" que provoca que aparezca la ilusión y el error del capítulo I.

III.           Enseñar la Condición Humana
El ser humano es a la vez, síquico, biológico, físico, cultural, social y  histórico. Es esta unidad compleja de la naturaleza  humana la que está completamente desintegrada en la educación. Así, la condición humana debería ser objeto esencial de cualquier educación.
A partir de las disciplinas actuales, es posible reconocer la unidad y la complejidad humana, reuniendo y organizando conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza.
 Quienes somos es una cuestión inseparable de donde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos.
IV.            Enseñar la Identidad Terrenal

El destino planetario del género humano será otra realidad fundamental ignorada por la educación. El conocimiento de los desarrollos de la era planetaria que van a incrementarse en el siglo XXI y el reconocimiento de la identidad terrenal que será cada vez más indispensable para cada uno y para todos deben convertirse en uno de los mayores objetos de la educación.

Es conveniente o más bien necesario enseñar la historia de la era planetaria que comienza con la comunicación de todos los continentes en el siglo XVI y mostrar cómo se volvieron insolidarias todas las partes del mundo sin ocultar las opresiones y dominaciones que han destruido a la humanidad y que aún no han desaparecido.

Debemos enseñar sobre la grave crisis planetaria que marcó el siglo XX mostrando que todos los seres humanos, de ahora en adelante, poseemos los mismos problemas de vida y muerte, y que compartimos un destino común.



V.                Enfrentar las incertidumbres

Las distintas sociedades, los distintos imperios y pueblos, siempre suponen que el futuro ha de edificarse conforme a sus patrones o modelos; véase Roma, un imperio tan extendido en el tiempo, el mejor ejemplo que podemos mostrar de esta creencia.

Pero los imperios caen y cae su cultura, su poder. El futuro es incierto y el ser humano debe ser consciente de ello... ¡Podemos reconocer lo indefinido de nuestras vidas!

Así afecta la incertidumbre el futuro, pero también se riega como una infección en el conocimiento, en nuestras propias decisiones. Morin apunta que una vez que tomamos una decisión, comienza a operar el concepto ecología de la acción y se desencadena una serie de acciones y reacciones que afectan al sistema global y no podemos predecir. Pero no se nos educó para la incertidumbre y Morin matiza su confirmación, así: “ existen algunos núcleos de certeza, pero son muy reducidos. Navegamos en un océano de incertidumbres en el que hay algunos archipiélagos de certeza, no viceversa”.

En virtud de este fenómeno de incertidumbre convertido ya en una constante, Morin concluye que la educación debe hacer suyo el “principio de incertidumbre” a la manera en que la física lo asumió a partir de 1900 cuando Heisenberg se lo enunció a la ciencia, porque ya en el siglo XX se ha derruido totalmente la predictividad del futuro.



VI.             Enseñar la comprensión

La comprensión es al mismo tiempo medio y fin de la comunicación humana. Ahora bien, la educación para la comprensión está ausente de nuestras enseñanzas. El planeta necesita comprensiones mutuas en todos los sentidos. Teniendo en cuenta la importancia de la educación para la comprensión en todos los niveles educativos y en todas las edades, el desarrollo de la comprensión necesita una reforma de las mentalidades. Tal debe ser la tarea para la educación del futuro.
La comprensión mutua entre humanos, tanto próximos como extraños es en adelante vital para que las relaciones humanas salgan de su estado bárbaro de incomprensión.
Obviamente, si nos enfocamos en esto, podríamos encontrar las causas de los racismos, las xenofobias y los desprecios. Más aún, constituiría una de las bases más seguras para la educación por la paz, a la cual estamos ligados por esencia y vocación. 
   
VII.      La Ética del Género Humano

Morin clama por una ética válida para todo el género humano como una exigencia de nuestro tiempo, además de las éticas particulares.
Retoma el bucle individúo-sociedad-especie como base para el establecimiento de una ética de futuro y confirma que en el bucle individuo-sociedad se origina el deber ético de enseñar la democracia como consenso y aceptación de reglas democráticas.
Aclara, a su vez, que el bucle en mención requiere alimentarse de diversidades y antagonismos; o sea, que el contenido ético de la democracia afecta todos los niveles y que el respeto a la diversidad significa que la democracia no se identifica con la dictadura de las mayorías.
Termina diciendo que el bucle individuo-especie sustenta la necesidad de enseñar la ciudadanía terrestre; porque la humanidad ya no es una noción abstracta y distante, ya se ha convertido en algo concreto y próximo que interactúa y tiene obligaciones planetarias.

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